11/9/12

Embrujo bajo la lluvia



El velo ligero de la lluvia que descendía sobre los palmares del valle cercano al mar, parecía traer consigo una calma poco antes vista en la zona. En lo alto de la montaña, parcialmente cubierta de nubes que acariciaban la arbolada más alta, se encontraba aquél mago terrenal, contemplando la vastedad solemne del paisaje ¿Dónde se encontrará ella? Aquella mujer de mar cuya piel se ondeaba como la marea matutina, y cuyo pelo negro como las noches sin Luna, se dejaba caer rebeldes sobre esos hombros desnudos, como salvajes corrientes por la fina arena.


¿Cómo poder percibirla tan lejos de su morada? El mago de alas negras, destellantes en azul nocturno, sólo podía conjurarla en pensamiento, evocar aquellos ojos sublimes y tan llenos de vida, manifestar en sueños aquellos labios, oh esos mortales labios, que han hecho naufragar incluso a los navegantes mas carentes de corazón.


Un ligero viento provoca una sutil inclinación en las finas gotas que descendían, el frío que le acompaña perturba el pensamiento del nahual, pero el calor de un café servido en olla, adornado con canela y humo, lo ayudan a divagar nuevamente. El buscará nuevamente a esa sirena, incluso si vaya a dirigirse a su propia muerte, la muerte serena de la  razón, aquella que no deja ver más allá, como un fino velo de lluvia que desciende sobre los palmares.

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