9/9/12

¿Creer en Dios?


¿Qué significará escuchar las plegarias y confesiones de los feligreses día tras día? El buen padre, he de pensar, dedica no solo su atención si no su afecto (aquel de un pastor a sus ovejas, para ponernos evocadores) y ciertamente tendría que abrir su corazón a los problemas ajenos. Claro que gracias a la naturaleza humana de estandarizar todo (para después quererlo renovar) ya hay un proceso establecido durante las confesiones, incluso soluciones para el creyente listas en 5 minutos.

Un par de aves marías, consejos morales y recordar que si no la has regado tanto aún, Dios te recibe en su infinito amor.



Y toda solución es válida, para aquel que mejor le funcione. Un ateo quizás busque un terapeuta, un confundido turista quizás vaya a un templo oriental y pruebe suerte con las otras manifestaciones divinas. Yo siempre he creído que Dios existe, de una u otra forma, como concepto gestado por el consciente colectivo humano, como verdadera deidad sin forma e omnipresente, así como una fuerza creadora absoluta y manifestada (el evento Big Bang por ejemplo, que para eso también ya hay una doctrina para estandarizar ese tipo de creencias). Las mismas personas que buscan fervientemente negar su existencia- ya sea que se trate de jóvenes que busquen identidad o académicos- lo nombran, y en la palabra, es donde el ser humano crea la nada a partir de la nada. Importa tanto lo que yo crea o lo que los demás crean tanto como el hecho de respirar en un planeta con suficiente oxígeno como para no habernos ahogado ya.

El ser humano siempre busca creer en algo, a largo o corto plazo, a medias o múltiples creencias a la vez. Es parte de su superviviencia al no poder vivir solamente en el presente (como digamos, un pez betta) y crearse el concepto del pasado y futuro. Veo cuando grupos de personas discuten (o incluso pelean y agreden verbalmente) cuando de creencias teológicas se trata, y quizás esa sea su verdadera creencia: No es si creen en Dios o no, creen en que dialogar al respecto les da parte de la convicción que quizás necesiten en sus vidas. La seguridad y satisfacción mental que se originó cuando el ser humano construyó ciudades y armas para eliminar la amenaza de las bestias salvajes, ahora la única bestia que queda es la interior, aquella que se origina en los malos momentos de la vida y busca exteriorizarse, amenazando con la vida del creyente. Creyente de lo que sea.

Yo creo que nada en esta vida es o bueno o malo para creer, simplemente es y ya. Y si me sirve, lo adoptaré como propio, el tiempo que necesite para mantener la bestia a raya.

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